El cuarto asesino

El cuarto asesino

No es procedente "atrapar" el contenido de una obra como El cuarto asesino en una trama o argumento. Tiene más sentido indicar que su propósito es el de expresar ciertos momentos de la vida de Verónica, Julián el bello, Ulrike Van derWeiden, Tácito, Dumanoia, que existen más como posibilidades de mutación de identidades y de sentidos que como personajes o entidades fijas.  Pero lo que sí puede señalarse con toda propiedad es la apuesta valiente por el lenguaje que hace El cuarto asesino. Hay en este libro un despliegue de la palabra, de la escritura a la que no le basta nombrar lo que "oculta", es decir, que no solo persigue narrar sino engullir todo sentido, dejar que las palabras, ya sea que digan u oculten, construyan un espacio musical, sonoro, que invita a la lectura en voz alta para sentir el lenguaje y no necesariamente para perseguir su significado. En este sentido es un texto desgenerado, quizá más cercano a la poesía, a la música, que a la narración convencional de una historia. Y por tanto es un texto que lo que pretende es hablarle al oído a un buen número de personas que desean algo más que una historia de "acción" y prefieren vivir la experiencia leída. Guido Tamayo 

Maroma  El cuaderno  Quedan muertas en sus umbrales  Inevitable La voz de la nada  El cuaderno de Ulrike 
  • LIT017000 CRÍTICA LITERARIA > Cómics y novelas gráficas
  • DSK
  • Novela y Narrativa