La instalación en el arte antioqueño, 1975 - 2010

Los llamados ambientes o espacios ambientales (environments), y las instalaciones (installations) son el resultado de una creciente diversificación y desacralización de las artes, y de una tendencia a borrar las fronteras entre las distintas disciplinas artísticas, cuyas primeras manifestaciones se pueden ubicar a comienzos del siglo IXX, en la propuesta antiarte del grupo Dadá, surgido en Zúrich en 1916, grupo que por primera vez rechaza, no solamente la búsqueda de la belleza y la imitación de la naturaleza -principios sagrados de los siglos anteriores, que ya habían caído en desprestigio-, sino también todos los otros valores que quedaban en pie para las obras del arte, tales como la perdurabilidad de la obra, la maestría técnica, la coherencia formal, la planeación del trabajo, el conocimiento de un oficio específico y la diferenciación clara entre las distintas disciplinas. A partir de esta supuesta "muerte del arte" surgieron nuevos movimientos y nuevas opciones para los artistas. El artista francés Marcel Duchamp -el continuador más coherente y más atrevido de las premisas del movimiento Dadá- inauguró para la escultura la posibilidad de que un objeto cualquiera, escogido por el artista, pudiera llegar a ser obra de arte. Siguiendo esa línea de trabajo, los objetos encontrados y los múltiples ensambles o manipulaciones que ellos permiten, llegaron a ser protagonistas de la escultura a mediados de siglo. El arte pop, y el arte conceptual, con todas sus derivaciones, como el Happening, el Body Art y el Fluxus, son herederos del Dadá, pues todos ellos tienen como fundamento una actitud irreverente, que equipara el arte con la vida, y que rechaza todas las restricciones técnicas, temáticas y formales de las artes tradicionales.