Los escogidos

Los escogidos

Durante toda la lectura del extraordinario libro de Patricia Nieto, Los escogidos, me dio vueltas y vueltas en la cabeza -o quizás en" el pecho- la frase con la que abre tan terrible expediente: "En el pabellón de caridad las arañas tensan sus hilos de seda y solo gorjea un pajarito". Las arañas tejiendo sus atrapamoscas -digo yo- como los pescadores del Magdalena sus redes para pescar cadáveres. El río madre convertido en río de cadáveres -los alberga en su fondo, los bota a las orillas, los desbarata con sus aguas arenosas-; río de muertos, río de la muerte. Nuestro río. Hace sesenta y tres años que el río es un cementerio de los asesinados en pueblos como Aipe y en ciudades como Neiva. Yen los mil pueblos de las riberas y de toda la cuenca. Los matan. Es lo único seguro, porque pasan muertos. Pero nadie sabe quiénes son, qué nombre tuvieron, cómo los asesinaron, cómo los destrozaron, cuál fue el último pensamiento antes del gemido final. 
Prólogo. Los escogidos, muertos del aguaAlfredo Molano
El mismo río de los muertos es el que alimenta y da vida Cristian Alarcón
Margaritas para un desconocido No hay pepes en el río El Bautista Nadie los lloró Los niños del balón y del fusil fuimos los muertos Compañeros de viajeEl vuelo del alma Darles un hogar El policía de las ánimas Los amores de Carmen Vestida de blancoVolver a nombrarte El niño está herido La mamá volvió a la casa Profesión de fe 
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